Cuando se habla de combatir dictaduras crueles como las que sufren en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Norcorea o China, suele decirse que se trata de una lucha contra el Comunismo. Pero el Comunismo es una ideología que nunca ha podido ponerse en práctica porque sus parámetros son imposibles de realizar. Por el camino tomado en esa dirección se instaura una "dictadura del proletariado" o cualquier entelequia "socialista" que pretenda aglutinar a las masas con un solo y exclusivo propósito.
No admite discusión la afirmación de que las ideas no pueden combatirse ni pueden, mucho menos, suprimirse por la fuerza. Las ideas son producto del intelecto, a las que hay que oponer (o sumar) el propio intelecto a fin de someterlas a los procesos de la razón pura.
Tengamos en cuenta que el Comunismo no es más que el producto de la inquietud popular. Las injusticias sociales, la falta de equidad, decoro y honradez de las élites y los privilegiados, dieron lugar a un malestar profundo e insoportable entre las masas de los desposeídos que luchaban por su subsistencia a finales del siglo XIX.
Una ideología que planteaba la comunidad de bienes, la cooperación de esfuerzos y la igualdad absoluta de derechos y deberes fue el producto de la efervescencia popular a la que nos referimos y de las aspiraciones y deseos de la abrumadora mayoría del pueblo.
Marx, Trotsky, Bakunín, Lenin y otros, no hicieron más que plasmar en forma teórica todas estas inquietudes y aspiraciones de las masas y encauzarlas finalmente hacia lo que ellos entonces proclamaron como una solución. Sin el concurso del pueblo y con la intransigencia y ceguera de magnates y gobernantes de turno, difícilmente hubieran podido los gobernantes de entonces provocar las mejoras y el desarrollo necesarios que mereciesen hoy día nuestra aprobación. Pero los revolucionarios que pretendieron barrer con violencia los sistemas establecidos y proclamar la dictadura conducente al Comunismo, acabaron asentándose en un poder dictatorial vitalicio.
Empero, no se trata de combatir al Comunismo como sistema, porque nunca lo ha sido, sino que ha quedado enquistado en una ideología irrealizable. Se trata de combatir a quienes han hecho uso de las masas con el fin de entronizar regímenes políticos que son ajenos a los derechos humanos y a la justicia. Verdaderas mafias totalitarias. Es el totalitarismo como sistema político y no el Comunismo –como su presunta e irrealizable ideología– al que hay que combatir.
Quienes de veras aspiran a librar a las masas de la ignorancia y la opresión, se llamen comunistas, socialistas, liberales o conservadores, merecen el respeto y la admiración. Falta por ver lo que se proponen y la forma en que pretenden conseguirlo. Por tanto, hay que observar su trayectoria, porque por sus hechos los conoceremos. Hombres como Milován Djilas, Eudosio Ravines, Rómulo Gallegos, Alexander Dubček, Carlos Manuel Pellecer, Juan José Arévalo, y muchas otras incontables figuras anónimas o menos conocidas, abrazaron un día la ideología del Comunismo, pero se rebelaron más tarde a la triste realidad de su secuela totalitaria.
Quienes reconocemos soluciones económicas distintas a las de Marx y sus seguidores, y apoyamos soluciones políticas ajenas a las de Trotsky, Stalin, Fidel Castro o Mao Zedong, debemos aspirar al establecimiento de un foro democrático donde se pongan en juego todas las alternativas y se le ofrezca al pueblo en pleno la inalienable oportunidad de escoger y también de decidir en su ámbito comunitario y municipal, de conformidad con el principio de subsidiariedad.
Hay que instar a las masas a tomar el poder para que satisfagan las aspiraciones de todos por medio de las transformaciones que sean necesarias, . Invitarlas a que desemboquen su activismo en un plano de liberalismo político y pleno respeto por los derechos humanos y libertades fundamentales de los ciudadanos, con pleno rejuego de todas las ideologías en un parlamento bicameral donde éstas se enfrenten civilizadamente y, por medio del diálogo, el debate y la transacción, establezcan los cauces y abran los caminos de un futuro "con todos y para el bien de todos".